Sabías que...

Brie de Meaux Rouzaire Un queso de Reyes.

La Historia cuenta que, Luis XVI, a punto de someterse a la guillotina de la Asamblea revolucionaria en París, pide un último deseo: un poco de vino y Brie. El suceso no deja de ser una leyenda. Otras fuentes dicen que el monarca, en el momento previo de su arresto en Varennes-en-Argonne, no escapó por querer acabar su porción de brie antes de huir.

Ciertas o legendarias, las dos versiones ratifican la pasión que este delicado queso ha despertado desde hace siglos, primero entre la realeza (su prestigio se inicia con el mismísimo Carlomagno), para extenderse a todas las capas sociales después.
El reconocimiento definitivo de esta delicia ocurre en 1815, cuando, en el Congreso de Viena, los participantes le otorgan por unanimidad el título de “Rey de quesos y queso de reyes”.

Un fértil valle con dos exquisitas variedades

El nombre de Brie corresponde al sector este de la región parisina (Île-de-France), una zona delimitada por los valles de los ríos Marne y Sena.

Al degustar el Brie, a su
paso por la región que da
nombre al queso, Carlomagno
lo calificó de delicioso y pidió
que regularmente le enviaran
un cargamento a su palacio.

Sus fértiles tierras, de rico sustrato, son ideales para el cultivo de cereales y de jugoso pasto, del que se alimenta el numeroso ganado vacuno que pace en los prados. La leche de estas afortunadas vacas, abundante y de alta calidad, es la base de este queso cremoso y ligeramente afrutado.

En este valle, Meaux y Melun son dos destacadas localidades que dan nombre a sendas variedades de Brie: Meaux, la más famosa, y Melun, de maduración más larga y sabor más pronunciado. Son los únicos tipos de brie con Denominación de Origen Protegida (AOC por sus siglas en francés).

La familia Rouzaire lleva tres generaciones dedicada a la elaboración tradicional de estos quesos. Con su camión recorren el valle para recoger diariamente la leche de pequeños ganaderos de la zona que cumplen con los requisitos establecidos por esta quesería familiar: ganado alimentado con al menos un 80% de hierba fresca y preferiblemente en exterior.
Un prestigio de siglos mantenido día a día

Esta es la misión de Rouzaire: preservar la merecida y centenaria reputación del Brie y elevarla a las más altas cotas, a través de su trabajo diario... y de sus manos, porque todas las fases de producción continúan siendo manuales. La leche, cruda, es utilizada el mismo día de su recogida. Se la añade el cuajo animal y, obtenida la cuajada, esta se coloca en moldes; en ellos permanece unas 18 horas, tras las cuales, se sala con sal seca. Después de unos días en la sala de secado, es el momento del “afinado”, un proceso muy personal en el que cada pieza, sometida a la maduración en unas condiciones especiales, adquiere todos sus matices de sabor.
En Rouzaire se mima cada pieza en esta decisiva fase, cuidando hasta el mínimo detalle de humedad y luz en sus bodegas subterráneas. Tras 4 o 6 semanas, el resultado son piezas únicas. Un Brie de Meaux de corteza tierna y aterciopelada que esconde un corazón pálido y cremoso, que se funde en la boca.

De sabor suave, con notas profundas y complejas a tierra y a frutos secos, el Brie de Meaux Rouzaire es sin duda un queso elegante y sofisticado, que se convierte en el Rey de toda mesa en la que hace su aparición.
En Rouzaire ya son 3
generaciones las que preservan
la calidad de la leche y la
elaboración tradicional del
Brie de Meaux, manteniendo
los procesos manuales en
todas sus fases.
La aterciopelada corteza del Brie, formada por la fermentación de hongos durante la maduración, es comestible y añade nuevos matices a su sabor.